Me levanto por la mañana con el sonido de Marea en el móvil, "quieto parao, no te arrimes, ya son demasiados abriles para mi amanecer desbocao, mejor que me olvides. Yo me quedo aquí a tender mi pena al sol, en la cuerda de tender desolación, luego empezaré a coser te quieros en un papel y a barrer el querer con los pelos de un pincel", una de mis canciones favoritas de este grupo. Me visto y Yacko está sentado detrás de la puerta, esperando a que le dé los buenos días y le saque a dar un paseo, aún con las legañas pegadas a esos ojitos castaños que me arrebatan el alma. Cojo la chaqueta, las gafas de sol (sin ellas no podría soportar salir a la calle en ese estado seminconsciente), me armo de toda la valentía que soy capaz de capturar dentro de mí a esas horas y con ese sueño, engancho la correa al collar del nano y a la calle. A veces esos paseos son alegres, escucho música, le digo tonterías a Yacko y el salta feliz intentando lamerme la mano, pareciera que en vez de caminar fuéramos dando saltitos, uno feliz junto al otro, amigos incondicionales compartiendo un camino que cambia cada día. Otras, en cambio, voy caminando hastiada, pensando que me encantaría que algún gilipollas me diera una razón, por insignificante que fuera, para mandarle a tomar porculo, ese día no he dormido bien, me he metido en la cama tarde y he estado dándole vueltas a la cabeza a cosas que se escapan a mis dominios, y me he despertado de mala hostia, con ganas de reirme del mundo que me rodea, de chillarle a la gente que me mira, de joder a todo aquel que ose rozarse conmigo, aunque sea por accidente.
Cuando llego a casa, después de una hora caminando, desayuno viendo la televisión, la caja tonta, que me ofrece mil y una mentiras en menos de 10 segundos, y, aunque sé que son mentiras, me regala un eco reconfortante y útil para enfrentar el día que me espera. Termino y ahí es cuando decido si limpiar primero y hacer la compra después, o viceversa, da igual, el orden de los factores no altera el producto. Vuelvo a echarme la chaqueta y decido a cual de los 3 supermercados será hoy honrado con mi presencia. Va, Mercadona mismo. Voy escuchando Sínkope a toda hostia en el coche, normalmente canto, otras berreo, depende si esa noche he dormido bien o no, y así llego al recinto donde me encuentro como pez en el agua e incómoda a la vez. Me hacen sentir incómoda todas esas "maris" con las que no me identifico, que pegan gritos de un pasillo a otro, dándose patadas en el culo para llegar a casa rápido y hacer la comida antes de ir a recoger a los niños al colegio. Me hacen sentir incómoda sus maneras de "mujeres infelices" que te miran de reojo cuando coges un número para la pescadería, y te hacen un repaso completo a ver si te falta algún detalle para tacharte de "niñata putón" o "chulita que se me quiere colar", entonces es cuando, discretamente, les dedico una de mis "miradas del tigre" que les deja claro que estas patas de gallo que empiezan a asomar a mi cara, me dan la poca vergüenza suficiente para cagarme en sus castas, a pesar de mi cara aniñada y mi nariz teñida de pecas. No, no soy una niñata, me dan ganas de decirles, así que cuidadito bonita...
Vuelvo a la tranquilidad de mi coche, a mi música "de locos" (que diría mi madre), y retorno a casa entre aliviada y aburrida por la limpieza que me espera. Ahora viene la parte en que enciendo el equipo de música y escucho La Fuga, otro gran grupo, mientras me peleo con Yacko para que se quede quieto en su cama mientras yo barro, limpio el polvo, ordeno, friego, etc. etc. (si fuera él me mandaría a la mierda). Bien, he terminado, hasta los mismos cojones, pero he terminado. Me siento un rato a mirar el correo y las cuatro páginas de turno que me gusta visitar y me abandono un ratito a esa sensación esponjosa de estar en calma por primera vez en el día.
Es casi la hora de comer, aún no sé qué cocinar hoy... uff qué hago?? mmmm pasta, no, paso... carne, buf otra vez??... pescado, Pedro no come pescado joder... que coño hago con la comida?? joder joder, todos los días lo mismo!! va, a la mierda, carne, sí Ester, otra vez carne, es lo que hay. Mientras estoy peleándome con la carne de turno, se abre la puerta de casa, y llega mi ángel de los ojos verdes más bonitos del universo y parte de todas las vías lacteas... llega cansado, como de costumbre, pero siempre me dedica una sonrisa, me besa, y me hace esa pregunta de la que tan bien conozco el tono: qué haces? y yo le cuento mi mañana infernalmente cotidiana y ordinariamente aburrida. Pero ya da igual, ahora estoy contenta, está en casa mi amor, mi hermoso príncipe que dista mucho de ser azul, pero qué más da si a mi me gusta que sea multicolor, a ratos rojo y pasional, a ratos negro y malhumorado, a ratos blanco y lleno de ternura...
Pasaré el resto del día haciendo cosas con él, ir de compras, ver una peli, charlar de cosas insignificantes, escucharé sus enfados en el trabajo mientras comemos la cansina carne y una ensalada, me reiré con sus paridas viendo Sé lo que hicísteis, me arremolinaré en su regazo y me quedaré, por un momento, flotando en mi particular nube de felicidad, donde nadie puede alcanzarme, de la que nadie puede hacerme bajar, sobre la que nadie tiene derechos salvo yo, de la que me alimento. Abriré los ojos, observaré sus ojos, que siempre me parecerán extremandamente bellos, llamaré a Yacko para hacerle carantoñas... sí, somos una familia feliz, y no soy una "mari"...
21 ene 2010
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