ibiza...

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21 ene 2010

No, no soy una "mari"

Me levanto por la mañana con el sonido de Marea en el móvil, "quieto parao, no te arrimes, ya son demasiados abriles para mi amanecer desbocao, mejor que me olvides. Yo me quedo aquí a tender mi pena al sol, en la cuerda de tender desolación, luego empezaré a coser te quieros en un papel y a barrer el querer con los pelos de un pincel", una de mis canciones favoritas de este grupo. Me visto y Yacko está sentado detrás de la puerta, esperando a que le dé los buenos días y le saque a dar un paseo, aún con las legañas pegadas a esos ojitos castaños que me arrebatan el alma. Cojo la chaqueta, las gafas de sol (sin ellas no podría soportar salir a la calle en ese estado seminconsciente), me armo de toda la valentía que soy capaz de capturar dentro de mí a esas horas y con ese sueño, engancho la correa al collar del nano y a la calle. A veces esos paseos son alegres, escucho música, le digo tonterías a Yacko y el salta feliz intentando lamerme la mano, pareciera que en vez de caminar fuéramos dando saltitos, uno feliz junto al otro, amigos incondicionales compartiendo un camino que cambia cada día. Otras, en cambio, voy caminando hastiada, pensando que me encantaría que algún gilipollas me diera una razón, por insignificante que fuera, para mandarle a tomar porculo, ese día no he dormido bien, me he metido en la cama tarde y he estado dándole vueltas a la cabeza a cosas que se escapan a mis dominios, y me he despertado de mala hostia, con ganas de reirme del mundo que me rodea, de chillarle a la gente que me mira, de joder a todo aquel que ose rozarse conmigo, aunque sea por accidente.

Cuando llego a casa, después de una hora caminando, desayuno viendo la televisión, la caja tonta, que me ofrece mil y una mentiras en menos de 10 segundos, y, aunque sé que son mentiras, me regala un eco reconfortante y útil para enfrentar el día que me espera. Termino y ahí es cuando decido si limpiar primero y hacer la compra después, o viceversa, da igual, el orden de los factores no altera el producto. Vuelvo a echarme la chaqueta y decido a cual de los 3 supermercados será hoy honrado con mi presencia. Va, Mercadona mismo. Voy escuchando Sínkope a toda hostia en el coche, normalmente canto, otras berreo, depende si esa noche he dormido bien o no, y así llego al recinto donde me encuentro como pez en el agua e incómoda a la vez. Me hacen sentir incómoda todas esas "maris" con las que no me identifico, que pegan gritos de un pasillo a otro, dándose patadas en el culo para llegar a casa rápido y hacer la comida antes de ir a recoger a los niños al colegio. Me hacen sentir incómoda sus maneras de "mujeres infelices" que te miran de reojo cuando coges un número para la pescadería, y te hacen un repaso completo a ver si te falta algún detalle para tacharte de "niñata putón" o "chulita que se me quiere colar", entonces es cuando, discretamente, les dedico una de mis "miradas del tigre" que les deja claro que estas patas de gallo que empiezan a asomar a mi cara, me dan la poca vergüenza suficiente para cagarme en sus castas, a pesar de mi cara aniñada y mi nariz teñida de pecas. No, no soy una niñata, me dan ganas de decirles, así que cuidadito bonita...

Vuelvo a la tranquilidad de mi coche, a mi música "de locos" (que diría mi madre), y retorno a casa entre aliviada y aburrida por la limpieza que me espera. Ahora viene la parte en que enciendo el equipo de música y escucho La Fuga, otro gran grupo, mientras me peleo con Yacko para que se quede quieto en su cama mientras yo barro, limpio el polvo, ordeno, friego, etc. etc. (si fuera él me mandaría a la mierda). Bien, he terminado, hasta los mismos cojones, pero he terminado. Me siento un rato a mirar el correo y las cuatro páginas de turno que me gusta visitar y me abandono un ratito a esa sensación esponjosa de estar en calma por primera vez en el día.

Es casi la hora de comer, aún no sé qué cocinar hoy... uff qué hago?? mmmm pasta, no, paso... carne, buf otra vez??... pescado, Pedro no come pescado joder... que coño hago con la comida?? joder joder, todos los días lo mismo!! va, a la mierda, carne, sí Ester, otra vez carne, es lo que hay. Mientras estoy peleándome con la carne de turno, se abre la puerta de casa, y llega mi ángel de los ojos verdes más bonitos del universo y parte de todas las vías lacteas... llega cansado, como de costumbre, pero siempre me dedica una sonrisa, me besa, y me hace esa pregunta de la que tan bien conozco el tono: qué haces? y yo le cuento mi mañana infernalmente cotidiana y ordinariamente aburrida. Pero ya da igual, ahora estoy contenta, está en casa mi amor, mi hermoso príncipe que dista mucho de ser azul, pero qué más da si a mi me gusta que sea multicolor, a ratos rojo y pasional, a ratos negro y malhumorado, a ratos blanco y lleno de ternura...

Pasaré el resto del día haciendo cosas con él, ir de compras, ver una peli, charlar de cosas insignificantes, escucharé sus enfados en el trabajo mientras comemos la cansina carne y una ensalada, me reiré con sus paridas viendo Sé lo que hicísteis, me arremolinaré en su regazo y me quedaré, por un momento, flotando en mi particular nube de felicidad, donde nadie puede alcanzarme, de la que nadie puede hacerme bajar, sobre la que nadie tiene derechos salvo yo, de la que me alimento. Abriré los ojos, observaré sus ojos, que siempre me parecerán extremandamente bellos, llamaré a Yacko para hacerle carantoñas... sí, somos una familia feliz, y no soy una "mari"...

19 ene 2010

la familiiaahhh (con voz del gran Vito Corleone)

Qué mejor forma de inaugurar esta aventura escrita que hablando del gran pilar de mi vida, el grupo de personas que ha hecho posible que todo sea lo completo que es ahora.

Sin ellos todo sería más complicado, no sabría cocinar, ni ser una buena ama de casa, ni sabría hacer la compra en el mercadona sin perderme por los pasillos, no sabría interpretar una señal de tráfico desde pequeña, ni atarme los cordones de los zapatos desde la tierna infancia, no sabría qué valor tienen las cosas después de habérmelas ganado, ni tendría cuidado al cruzar la calle, no disfrutaría como una loca viendo las carreras de motos, ni habría aprendido a compartir un paquete de chuches con mis hermanas, no sabría el esfuerzo que cuesta ganar un sueldo, ni lo poco que realmente importa el dinero.

Pero quitando cosas vanales como las anteriores, que se pueden aprender la mayoría en cualquier momento del camino, cito las que realmente me han hecho rica en esencia como me considero. He aprendido desde muy pequeña a interpretar una sonrisa, dependía si era de medio lado, o a escondidas, o de orgullo, o de felicidad, cada una me transmitía una sensación distinta, y todas ellas me recorrían el estómago con un hormigueo indescriptible. He aprendido a defender a los míos con uñas y dientes, por encima de cualquiera, a que me duela lo que le hagan a cualquiera de ellos como si me lo estuvieran haciendo a mí, a sentirnos solos y unidos, tirando hacia adelante con el esfuerzo y la entrega de mis padres solamente, sin favores, sin falsedades. He aprendido a comunicarme con todos y cada uno de ellos, con palabras y con miradas, con gestos, con una simple actitud determinada en un momento justo.

Desde muy pequeña hemos compartido los almuerzos todos juntos, y las cenas, charlando, riendo, haciendo gracietas, recordando anécdotas de la niñez de mi madre, partiéndonos de risa con la vena payasa de mi padre. Aún hoy, a mis 32 años, nos seguimos reuniendo para los cumpleaños de cada uno alrededor de una tarta, en la cocina, cantando la manida canción, pidiendo un deseo antes de soplar la vela, igual que el día de reyes, ya no vivo en casa y el día 6 por la mañana estoy deseando llegar a casa de mis padres y ver la cara de ellos y de mis hermanas al abrir los regalos, comer juntos, cebarnos juntos mejor dicho, porque mi madre, aún comiendo como un pajarito, necesita que todos estemos cebados como pollos de granja... supongo que como todas las madres...

Cada uno de los problemas que han llegado a mi puerta, han sido parte de ellos también, de los cuatro, y he tenido y tengo la confianza de compartir con ellos todo, lo bueno y lo malo, si he tenido que llorar lo he hecho sin la más mínima vergüenza, si me he sentido fracasada ellos me han hecho entender que el fracaso no es una visión posible, que puedo conseguir absolutamente todo lo que quiera conseguir.

Podría seguir escribiendo maravillas de todos ellos, podría pasar años hablando del amor incontenible que siento hacia ellos, podría definirles a cada uno gesto por gesto, pero creo que el mensaje ha quedado claro. Si todo el mundo tuviera la gran suerte de tener una familia como la mía, todo sería mucho más fácil. Eso soy yo, una AFORTUNADA, tengo amor por todas partes, y si bien eso no paga el alquiler ni el coche todos los meses, me produce una sensación reconfortante de no sentirme sola nunca, ni en la peor de las situaciones. Gracias a los cuatro por ser como sois, gracias por hacerme feliz tooooodos los días, y gracias, cómo no, a mi chico, por haber dejado que todos ellos entren en su vida con tanta facilidad y arrasando como siempre lo hacen.